5 de junio de 2013

A veces pretendo que estoy bien, pero no es suficiente.

Cuando parecía que iba a parar, las lágrimas volvían a nublarle la vista. Huyó lejos de allí, a un lugar lejano donde nadie pudiera oír sus penas. Se sentía menos que nada, quizás llegaba a la altura de la mierda, pero era un escalón más alto en su propia jerarquía. ¿Por qué la vida te golpea justo cuando menos fuerte te sientes? No quería abrazos, ni hablar con nadie, solo estar sola, a oscuras. Ella y el eco de sus sollozos.
No recordaba haber llorado nunca así, quizás porque nunca había tenido razones más reales que esa. Tenía miedo de ahogarse en llantos, en gotas saladas recorriendo sus mejillas hasta llegar a su boca. Cuanto dolor, cuantos complejos desenterrados.
Sólo quería estar sola, con su eco, y esos "kilitos de más".

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