22 de febrero de 2013

¿Quién soy?

He llegado a ese momento de la vida en el que no haces más que preguntarte quién se supone que eres. Por qué demonios has nacido en ese preciso lugar con la determinada gente. Ahora mismo, me identifico con todo el mundo, sé ponerme en la piel de todo en mundo, con una excepción: yo misma. ¿Quién soy? ¿Soy la empollona, soy la borde, soy la sensible o la reservada? Busco definirme detrás de etiquetas, de adjetivos, busco una manera de explicar con palabras algo que sucede con hechos. Y es que me siento así, un revoltijo de palabras sueltas y sentido que tratan de ordenarse en una oración, en una respuesta para un "¿pero quién soy yo?". A veces me pregunto si a la hora de establecerse las personalidades se olvidaron de mi, y me dejaron vacía por dentro esperando que algún día me llenaría. ¿Pero y si en vez de llenarme con lo que debía me llenaba de mierda? ¿Nadie pensó nunca que podría pasarme?

Soy uno de esos productos del chino que vienen sin etiqueta y tienes que ir a preguntar a la caja por el precio. Soy esos personajes secundarios que se olvidan en los exámenes del instituto. Soy ese 0'00000001% que no es mencionado en las estadísticas. Soy los rayos de sol que no son tomados en cuenta cuando llueve. En resumen, estoy por encontrarme.

16 de febrero de 2013

Un caos que lleva desvelándome demasiadas noches.

Me siento confusa, como si miles de emociones lucharan en mi interior por cual será la protagonista. Una parte de mi me pide que sea feliz, que me deje llevar y que pare de preocuparme de cosas tan estúpidas como un beso bajo la lluvia. Pero mi otra mitad me susurra a cada minuto que no me merezco esa felicidad, que si de algún modo la consigo algo llegará y se la llevará al cajón de nuevo.
Amor, odio, envidia, orgullo e impotencia se pasean a sus anchas por las calles de mis sentimientos, algunas veces unas se encuentran con otras, y la verdad es que se me olvida completamente todo lo demás. ¿Qué si también me olvido de respirar? Pues esa sería mi forma de explicar porque a veces se me quita el aliento, o porque necesito coger aire de repente, o todas las veces que he suspirado sin razón aparente.
No quiero sentirme así, es una sensación horrible, como si estuviera en medio de la nada, o rodeada de cientos de personas que me gritan diferentes insultos. Aún estoy tratando de definirme y buscar alguna solución a mi sistema de ecuaciones. Pero es que, entre que falte a todas las clases de matemáticas y no encuentro mi calculadora, voy a tener que presentarme en Septiembre un par de veces.

Esta será nuestra canción.

He descubierto el sonido más maravilloso del mundo. No son ni los acordes de un piano ni la increíble voz de mi mejor amiga. Tampoco el ruido que hacen mis zapatos al andar por el campo ni el crujido de un parqué viejo al pisarlo. Me sorprendió bastante que tampoco fuera el silbido del whatsapp ni el tono de llamada de mi móvil. O una guitarra manejada por un experto en un concierto de rock. No, simplemente con apoyarme contra tu pecho y dejar mis pensamientos de lado podía oír lo más bonito del mundo: tu corazón al compás del mío.

11 de febrero de 2013

Simple pero efectivo.

A veces cierro los ojos y no veo nada. Otras veces, cuando los cierro el rímmel cae en cascada por mis mejillas y llega con un sabor salado a mis labios. Mis favoritas son cuando al cerrarlos puedo ver tu sonrisa, tus ojos, todo tú, y de alguna manera me contagias la felicidad.

1 de febrero de 2013

–¿Qué tal?

–¿Qué tal?
–Es curioso que una pregunta de sólo dos palabras me haga sentirme tan confusa. Te diría que estoy bien, porque no quiero preocuparte y de todos modos tampoco creo que te importen mis quebraderos de cabeza. Y, de todos modos, si te digo que estoy mal, que a veces aprieto los dientes por no llorar, que aparto la mirada hacia la ventana o el suelo cuando no lo logro, no conseguiré dejar de sentirme invisible. No dejaré de dar vueltas en la cama todas las noches pensando en si en algún momento alguien se fijó en mi desde un principio. Seguiré creyendo que soy como una especie de columna a los ojos de los demás y que nadie dirá: "Esa, la morena del flequillo" porque no destaco. No me sirve de nada decirte que me siento como una sombra, o a lo mejor ni eso, ¿para qué contarte lo insignificante que me siento? Es más, puede que incluso te parezca una estupidez, pero tu no estás en mi piel. No escuchas el carraspeo de mis gritos, porque más que nada, grito desde dentro, silenciosamente hacia afuera para que nadie venga y me pregunte otra vez "¿Qué tal?" o cosas parecidas.