29 de marzo de 2018

But tonight you are a stranger, some silhouette.

¿Nunca has sentido una nube abordando tus pensamientos? ¿Ondas en el agua que desembocan furiosas contra ti? Acuérdate de ese día en la playa: bandera amarilla. Te levantaste de la toalla, una mano apretando tu corazón mientras avanzabas hacia la costa. En la orilla sentiste como tus pies se hundían en la arena y el agua coqueteaba con tus tobillos. El viento se hizo presente en tu pelo, en tu ropa, desde lejos parecía que bailabais. Buscaste al sol y un cielo encapotado te demostró que nadie es invencible, todos nos desvanecemos y nuestros pulmones se desgastan. Cada respiración, cada suspiro, te acercaban más al horizonte. Un paso tras otro, la orilla se convirtió en mar. Aún con el control, no dejaste que nada te echara atrás. Movías tus brazos cuando el agua ya te llegaba hasta el cuello, te impulsabas a pesar de que tus pies siguieran en la tierra. Una gran ola vino hacía ti y no supiste como evitarla, así que te metiste de lleno. Ella, con demasiada fuerza, te agarró de los hombros y te sacudió. Perdiste el norte, cerraste los ojos mientras tu nariz se llenaba de agua. La sal invadía tus papilas gustativas, y un regusto amargo permanecía en tu garganta. 


Una silueta negra en pleno mar abierto aprendió a dejarse llevar por la marea, a no luchar en contra de su propia naturaleza. Tu silueta flotaba como un pájaro que juega a ser el viento. 

12 de marzo de 2018

Julio.

Llegará el verano y las despreocupaciones, una brisa de aire fresco de tu mano. El sol calentará mis párpados cuando cierre los ojos del placer, una sacudida de corriente eléctrica navegará por todos mis nervios. El roce de las yemas de tus dedos combinan con mis ganas de reír, de ser feliz. Quiero jugar, todo el día, a todas horas. Juguemos a borrar la distancia, a crear muchas arrugas en mis sábanas. A oscuras, a plena luz del día. Me esconderé tras tus ojos grises, sobre ti. Como niños pequeños lucharemos por ver quién es el más fuerte, y como siempre empataremos. Prefiero el frío al calor, pero me has enseñado lo bonito que es provocar incendios juntos. Nos hemos quemado hasta consumirnos y hemos vuelto a resurgir. Tan bien y tan sencillamente. Pocas veces hemos tenido que pensar las cosas más de dos veces.

El ruido del verano irrumpiendo en mis oídos, pidiéndome silencio. No escuchar más que el césped bailando en el viento, acariciar tu nuca y buscarte. Encuentras mis cosquillas, siento que un hormigueo sube por mi estómago y no puedo evitar sonreír. Te acerco un poquito más, hasta que solo somos cíclopes, hasta que nuestras narices se tocan. Vuelvo a sonreír y me preguntas por qué. No entiendes que la razón has sido siempre tú. Mi vestido flota, tu camisa vuela, el cielo besa mis hombros con tanta delicadeza que me hace pensar en cómo será estar por las nubes. Azul, tan azul que duele, se mezcla con mis intenciones e inunda las tuyas. Que venga el verano y nos salve del invierno.