12 de marzo de 2018

Julio.

Llegará el verano y las despreocupaciones, una brisa de aire fresco de tu mano. El sol calentará mis párpados cuando cierre los ojos del placer, una sacudida de corriente eléctrica navegará por todos mis nervios. El roce de las yemas de tus dedos combinan con mis ganas de reír, de ser feliz. Quiero jugar, todo el día, a todas horas. Juguemos a borrar la distancia, a crear muchas arrugas en mis sábanas. A oscuras, a plena luz del día. Me esconderé tras tus ojos grises, sobre ti. Como niños pequeños lucharemos por ver quién es el más fuerte, y como siempre empataremos. Prefiero el frío al calor, pero me has enseñado lo bonito que es provocar incendios juntos. Nos hemos quemado hasta consumirnos y hemos vuelto a resurgir. Tan bien y tan sencillamente. Pocas veces hemos tenido que pensar las cosas más de dos veces.

El ruido del verano irrumpiendo en mis oídos, pidiéndome silencio. No escuchar más que el césped bailando en el viento, acariciar tu nuca y buscarte. Encuentras mis cosquillas, siento que un hormigueo sube por mi estómago y no puedo evitar sonreír. Te acerco un poquito más, hasta que solo somos cíclopes, hasta que nuestras narices se tocan. Vuelvo a sonreír y me preguntas por qué. No entiendes que la razón has sido siempre tú. Mi vestido flota, tu camisa vuela, el cielo besa mis hombros con tanta delicadeza que me hace pensar en cómo será estar por las nubes. Azul, tan azul que duele, se mezcla con mis intenciones e inunda las tuyas. Que venga el verano y nos salve del invierno. 

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