15 de noviembre de 2016

Soy débil.

Estoy hecha de carne y huesos muchos en su mayor parte desprovistos de calcio. Casi ninguno de mis músculos es tan voluminoso como desearía que fuera. Se me contraen cuando corro, están a falta de oxígeno porque mi corazón no da a basto con tanta sangre caliente. Pierdo el aliento subiendo las escaleras, no levanto ni un tercio de lo que peso.

Soy débil, pero la culpa no la tiene mi cuerpo. 

Creo que una sonrisa es mil veces más productiva que un ceño fruncido, pero me sorprendo cuando el espejo se quiebra en mil pedazos y sus fragmentos arañan mis mejillas. No te conozco pero aún así, eres igual de válido que yo para lo que sea, y siempre intentaré ponerte por delante, porque es lo que mi pecho me susurra que es correcto. Sin embargo tu huyes con mi ayuda como combustible; sin embargo me salpicas con petróleo las botas. Sin embargo nadie me aprecia; sin embargo nadie lo agradece. Soy dúctil a todo lo que me digas, moldeame a tu gusto porque te devolveré millones de reverencias. Te miraré desde abajo, me pondré a tus pies. Y tú escupirás en mi pelo, echarás aceite ardiendo sobre mis ideales. 

Soy débil, me duelen las mejillas.
Soy débil, estoy intoxicada.
Soy débil,  mi cabeza quema. 

Soy débil, pero no es mi culpa.  

2 de noviembre de 2016

don't make me drown.

Hoy de camino a casa ha salido en aleatorio una canción que hacía mucho que no escuchabas, y sin querer te has visto cabizbajo. El suelo estaba un poquito más cerca de lo que te esperabas y no has podido evitar que tirara de ti más de lo normal. No sabes por qué, pero algo dentro de ti para. Y es que por muy estúpido que suene, ahora todo se ve más gris. Los naranjas, rojos y amarillos de las hojas que han caído se funden con el color de la acera y desaparecen. No hay ningún motivo en particular, solo no te apetece ser nada más. Estás atascado en ese estado de neutralidad, en el que no sabías que seguías. 

Una canción y tu pulso decide hibernar. Una canción y estás cual imbécil romántico mirando a través de la ventana del tren. Te preguntas qué pensará la gente que te ve, si creerán que de verdad sientes todo ese dolor, o si es simplemente una canción. Todos tenemos problemas, está claro. Solo que unos más grandes que otros, otros más numerosos que los que quizás tengas tú. Es difícil saber quién lo está pasando peor entre todos, hoy en día todos tenemos mierda oculta bajo la alfombra (aunque algunos opten por dejar que se acumule sobre el parqué). Lo que está claro es que es solo una canción, pero estás a punto de explotar.

Hace tiempo no lo era. No era "solo". Antes era más que eso, antes dolía mucho más. Hace tiempo sentías cada palabra como puñales en el pecho. Hace tiempo estabas dispuesto a tatuarte el estribillo con tinta y fuego. Hace tiempo te faltaba el aire para cantar, y lo buscabas a tientas, a oscuras. Ahora es una canción que como el perro de Pávlov, solo te da hambre. Solo es polvo de lo que fue, la silueta de un cuadro que siempre había estado ahí y un día tiraron. 

Tienes suerte. Tu canción no llega a los cuatro minutos de duración y superas de algún modo esa pequeña crisis con otra más animada que esta vez has elegido tú.