13 de mayo de 2013

Vivo ahogada y esto es uno de mis suspiros.

Me siento un poco encerrada, un poco bastante. No sé si me explico, pero me siento igual que si alguien me obligara a permanecer atrapada entre las cuatro paredes de mi cabeza. Gente totalmente ajena para mi ha conseguido ponerme un candado en la boca, y que mis ojos se giren hacia otro lado cuando algo me ofende.  Mis manos están libres, pero no pueden escribir nada más que metáforas, y de vez en cuando, palabras como estas para que no exploten de los sentimientos acumulados en los nudillos. Censuran mis pensamientos mediante opiniones que nunca han sido pedidas, intentan corregirme desde su punto de vista, pero nadie les ha enseñado que nadie tiene razón en esta vida. Nadie, absolutamente nadie sabe como aumentan las ganas de volar cuando te cortan las alas, ni como el dolor aumenta cuando se queda reprimido en mi celda. No quiero vivir la vida que quieren que viva los demás, tengo tanta personalidad escondida que está perdida en algún lugar de mi estómago y mis pulmones, tratando de salir. Y he repetido esto tantas veces para mi sola que me estoy acostumbrando a la sensación. No atentéis contra mi por permanecer callada, porque a veces es la mejor manera de evadirse.

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