26 de abril de 2015

Let the flames begin.

Ten cuidado y no caigas.

Porque estas jugando con fuego y te vas a quemar. Y estás tan cerca, estáis tan cerca. Tan cerca del precipicio. Te asomas al abismo y no te asustas, ves todo lo que te rodea caer pero tu sigues colgando de un hilo. Vas a perder más de lo que estás ganando, ¿no lo ves?
Pero merece la pena, repites. Merece la pena cada segundo que pasas contemplando aquel paréntesis con dos puntos y a parte. Por fin has encontrado un lugar donde te encuentras a gusto, por fin tienes las respuestas para todas tus preguntas.
Abre los ojos y no caigas. Él es el fuego, él es el precipicio, él es lo que podría estar bien pero que acabará mal. Él será la brisa que se convertirá en tornado. La tormenta que te dejará con insomnio.



Despierta, estás cayendo.
No es un sueño. Tampoco un simulacro. Aún así deseas que esto pudiera ser real. ¿Por qué tiene que ser tan difícil? Ojalá todo fuera igual de simple que dejarse llevar, y cerrar los ojos, y caer. Porque sientes ese vacío, ese hormigueo en el estómago, esto es caída libre.
Sin paracaídas
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