11 de abril de 2012

Would you lie with me here, and just forget the world?

La lluvia chocaba contra el cristal del vehículo, y las gotas de agua luchaban por ver cual llegaba antes. No solo ellas luchaban por llegar primero, yo estaba corriendo una carrera contra el tiempo. La cuenta atrás había comenzado y con él la contrarreloj. Pero por más que empujara el coche mentalmente, el taxista no iba a ir más rápido. Y por más que yo quisiera, no podía evitar lo que se avecinaba. Finalmente paramos frente al hospital. Con el corazón en un puño subí las escaleras hasta la segunda planta. Allí estaba, habitación 182. Giré el pomo con cuidado temiéndome lo peor. Y la vi. Con su perfecta sonrisa y sus mejillas sonrojadas, rodeada de máquinas y de médicos. Entonces supe que era el fin, cuando su pulso se paró, acelerando el mío, cuando sus ojos se cerraron y su piel se volvió tan blanca como la nieve que ahora caía. Me aferré a su cuerpo inerte, dejando atrás a los médicos. La apreté fuerte contra mí, queriendo que se quedara en mis brazos. Pero era demasiado tarde. Se había ido para siempre.

—Te quiero—susurré a su oído, solo para nosotros.

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