10 de diciembre de 2016

Si eres tan difícil olvídate de mí.

Llévame muy lejos de aquí por favor.
Estoy segura de que las hojas seguirán cayendo después de que me vaya, y no pasará nada. Quiero buscar otros soles, otra lluvia. Quizás más cálidos, quizás más limpia. Quizás brillan más si salgo ya. Si corro más rápido, si dejo esto de una vez, quizás me moje menos.
Si no me llevas lejos de aquí, seré yo la que se irá.
Y no pienso avisar. Y es que no quiero preocupaciones, solo que mis manos dejen de estar tan frías. Quiero que todos me olviden como es debido. Quiero olvidar, dejar atrás. Todo esto me supera, y parece que soy la única que no puede cargar con tanto peso.
¿Entonces, a dónde me llevas?
A otro sitio. Cualquier lugar que me haga sentir en casa, donde deje de importar todo eso que tanto nos importa. Lejos, muy lejos de aquí por favor. Me da igual el idioma, el dialecto o la lengua, pero que el número de kilómetros que tengamos que recorrer sea directamente proporcional al de mis ganas.
¿Nos vamos? Sácame de aquí.
No me llevaré el móvil. No habrá más emergencias puesto que esta es la última. El único gasto que haremos será en gasolina, porque no necesito nada más. Nada más que respirar, sentir el oxígeno acariciar mi tráquea y echar todo lo que me mata.

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