12 de septiembre de 2015

Directamente desde mis intestinos.

No sé que estoy haciendo con mi vida, ni qué es lo que me pasa. Me levanto sin ganas de empezar, porque las sábanas eran mis únicas amigas y hasta ellas se han puesto en mi contra. No hago más que dar vueltas en el insomnio buscando razones por las que salir, o intentando que algo haga que me quede. Y es que es horrible. No puedo dormir, y cuando duermo, no veo más que la posible materialización de mis pesadillas, y es todavía más horrible. Ya no sé ni qué les pasa a mis sueños.
Me siento tan sola, tan rodeada de gente, pero tan sola. No es culpa de los demás, obviamente, ellos no se merecen nada de lo que estoy diciendo hoy. Es la burbuja en la que me he empeñado en construir a mi alrededor, en el chaleco antibalas que me protegía de los demás. Porque no hago más que huir de las complicaciones, de dejar a un lado cualquier cosa que podría suponerme el más mínimo esfuerzo. No sé que hacer, no sé como estar. No sé como ser útil, quiero serte útil, de verdad.
Soy tal desastre, un cúmulo de cosas pendientes, rotas, derramadas, olvidadas, soy las motas de polvo de un desván olvidado, y ya ni yo me recuerdo. Hoy me faltaban razones para salir de la cama. Aun así salí. Y me siguen faltando razones para quedarme fuera. Quizás un par de tonterías más que soltar a un par de anónimos. Y ya.
Y es que me siento tan... No pido nada porque se que no tengo el derecho. Aun así me abruma este silencio, me he quedado sin voz.
Solo necesito un cambio, y motivos por los que intentarlo.

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