1 de febrero de 2018

Un poco de decepción cuando se mira en el reflejo, su cerebro trabaja por corregir tantos errores que se acaba agotando. Se mira y se mira, no para de mirarse pero nada cambia. Sus ojos, su nariz, su boca y sus orejas siguen siendo las mismas. Siguen teniendo esa forma y esos colores. Aún no daría nada por ellos. Ni por su piel, ni su pelo. No daría nada por ninguno de ellos. Cuando mira su reflejo espera encontrarse con otra, quizás una mejor versión de si misma. Y no. Esa mueca asoma por sus comisuras a la vez que sus ojos rojos la examinan con crueldad. Ojalá pudiera saber cómo llega a ser la imagen que tiene en su cabeza, ojalá sentirse satisfecha. Todos los días el mismo ritual. Algunos cambia, otros no. Su cabeza sigue siendo la misma y sus hombros siguen igual, pero quizás es su forma de entenderse es la que debería cambiar. Su frustración crece a medida que pasan los días y prueba nuevas formas, pero ella sabe lo duro que es aprender a quererse. Y si llega a lo más mínimo un día, parece que al siguiente todo se evapora.

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