No me explico como algo tan minúsculo duele tanto. Insignificante, como ese brillo en tus ojos al sonreír. Desordenado, como tus rizos tratando de ponerse de acuerdo con la dirección. Microscópico, como los silencios que llenaría a besos.
Es la impotencia constante de querer dejarlo, pero echar más madera al fuego, ver como las chispas me van quemando las manos, y que poco a poco me de igual. ¿Por qué eres todo lo que necesito? ¿Por qué un tercio de ti equivale quedarme sin las ganas con alguien más? Y nuestros problemas tienen mucho más sentido que el resto de incógnitas en todo este caos, eso es lo que más me asusta.
Algún día, cuando desaparezcas de mi vida, aparecerán todas las soluciones que no se atrevían a asomar por mi almohada,
y me explicarán cómo.
Tengo una duda... puede la positividad de un instante venir de la mano de la espontaneidad del anónimo?
ResponderEliminarPor supuesto, los anónimos son siempre bienvenidos a traer cuanta positividad les apetezca.
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