1 de noviembre de 2024

 ¿por qué tenemos esa sed por ayudar? ¿a quién queremos ayudar? 

¿quiero ayudar genuinamente por hacerte sentir mejor, o porque la Elena que me mira desde arriba podría decepcionarse si no lo hago? ¿Quién es esa Elena? ¿Quiere ayudarme o está ahí para juzgarme? Lo hacemos porque cada decisión nos define, si decimos que no, ¿en qué nos convierte? 

Y por qué no podría ser más sencillo. Quiero que todo el mundo esté bien, que sea feliz. 

Pero no paro de pensar, no es mi culpa. 

Por otro lado, ¿y quién hará algo si no? 

Sí, ¿pero por qué tengo que ser yo? 



No puedo escribir, me distraigo. 

14 de septiembre de 2024

Con los años recuerdo menos pero veo mejor. Aunque las preguntas sigan floreciendo en mí, ya no me impiden el paso, solo van acompañándome por el camino. A veces me paro y las miro. Las arranco, huelo su perfume y me permito perder el tiempo, perder mi salud. Por un par de preguntas. Por ponerme existencialista, cuestionarme a mí, y a todos mis amigos.
 
Pero lo que merece la pena es ver los colores más saturados. El sol que calienta, que roza mi piel, que acaricia y que besa cada poro. Es una luz que ciega, que miro con los ojos entre cerrados. El azul del cielo es azul azul, y me quedo en cada nube, preguntándome cómo siendo tan esponjosas y aparentemente ligeras, pueden llegar a pesar lo que pesan en realidad. 

Como el peso que llevo conmigo. Aparentemente ligero, paseo tan tranquila, mi espalda erguida, las escápulas contraídas. No pesa tanto, aunque si me parase a pensarlo, podría agotarme solo pensarlo. Como una nube que llevo a mis espaldas, a veces me eleva, me da oxígeno. Otras me derrota, me rindo. 

Pero con los años voy viendo mejor. Y sintiendo más. Hay nubes, pero no hay niebla.