escucho a todo el mundo,
menos a mí misma.
y ellos no paran de hablar
mientras permanezco en silencio.
te hago caso, sigo tus pautas
y me llevan al caos,
a querer romper las palabras con mis puños.
sigo escuchándote,
¿pero quién me escucha a mí?
te conviertes en bruma,
y mis oídos ya no distinguen
lo que dices
de lo que gritan mis pulmones,
de lo que dicen los demás.
estoy llena de huecos vacíos
que buscan reconocimiento
que se esconden bajo mi piel.
como un poema, tras él
hay más que versos.
pero hablo para el cuello de mi camisa,
y ando con el alma desnuda.
merci, merci, merci
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