13 de abril de 2013

El tiempo es el mayor asesino que conozco.


No le importaba el mal tiempo, lo único que llamaba su atención era aquella superficie de piedra y el epitafio que había escrito en ella. ¿Por qué se lo tenía que haber llevado a él primero? La vida era una especie de juego de mesa del que ella formaba parte y alguien ajeno jugaba en su lugar. Ya pocas cosas le servían, ni las flores que sujetaba, que pronto se marchitarían, ni el paraguas que la resguardaba, porque la lluvia se acabaría, como todo. Las fotos se hicieron viejas, los recuerdos están llenos de polvo y la imagen que refleja el espejo es el fantasma de lo que fue hace tiempo. Se rió al recordar que alguna vez pensó que eran eternos, infinitos.
Ahora solamente le quedaba esperar, esperar para volver a verlo de nuevo en un lugar sin tiempo que mate poco a poco y enfermedades cómplices del crimen que éste cometía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario ♥