No le importaba el mal tiempo, lo único que llamaba su
atención era aquella superficie de piedra y el epitafio que había escrito en
ella. ¿Por qué se lo tenía que haber llevado a él primero? La vida era una
especie de juego de mesa del que ella formaba parte y alguien ajeno jugaba en
su lugar. Ya pocas cosas le servían, ni las flores que sujetaba, que pronto se marchitarían,
ni el paraguas que la resguardaba, porque la lluvia se acabaría, como todo. Las
fotos se hicieron viejas, los recuerdos están llenos de polvo y la imagen que
refleja el espejo es el fantasma de lo que fue hace tiempo. Se rió al recordar
que alguna vez pensó que eran eternos, infinitos.
Ahora solamente le quedaba esperar, esperar para volver a verlo de nuevo en un lugar sin tiempo que mate poco a poco y enfermedades cómplices del crimen que éste cometía.
Ahora solamente le quedaba esperar, esperar para volver a verlo de nuevo en un lugar sin tiempo que mate poco a poco y enfermedades cómplices del crimen que éste cometía.
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