Estoy hecha de carne y huesos muchos en su mayor parte desprovistos de calcio. Casi ninguno de mis músculos es tan voluminoso como desearía que fuera. Se me contraen cuando corro, están a falta de oxígeno porque mi corazón no da a basto con tanta sangre caliente. Pierdo el aliento subiendo las escaleras, no levanto ni un tercio de lo que peso.
Soy débil, pero la culpa no la tiene mi cuerpo.
Creo que una sonrisa es mil veces más productiva que un ceño fruncido, pero me sorprendo cuando el espejo se quiebra en mil pedazos y sus fragmentos arañan mis mejillas. No te conozco pero aún así, eres igual de válido que yo para lo que sea, y siempre intentaré ponerte por delante, porque es lo que mi pecho me susurra que es correcto. Sin embargo tu huyes con mi ayuda como combustible; sin embargo me salpicas con petróleo las botas. Sin embargo nadie me aprecia; sin embargo nadie lo agradece. Soy dúctil a todo lo que me digas, moldeame a tu gusto porque te devolveré millones de reverencias. Te miraré desde abajo, me pondré a tus pies. Y tú escupirás en mi pelo, echarás aceite ardiendo sobre mis ideales.
Soy débil, me duelen las mejillas.
Soy débil, estoy intoxicada.
Soy débil, mi cabeza quema.
Soy débil, pero no es mi culpa.